(En un pub de por ahí. Concepción)

"Me veras volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mi
Y yo soy parte de todos"


"Me veras caer
Como una flecha salvaje
Me veras caer
Entre vuelos fugaces
Buenos Aires se ve tan susceptible
Ese destino de furia es
Lo que en sus caras persiste"


(¿Algún día será como antes?)



Cada tecla del piano tiene un "nerviecito", este a su vez esta conectado con algún otro "nerviecito" puesto específicamente en algún lugar de mi cabeza, espíritu o/y cuerpo, así cada nota descarga algo parecido a la electricidad o que se yo, que se canaliza en estos "nerviecitos", entonces, cuando esto desemboca en el ultimo nervio, pareciera que las cosas se ven, se sienten, se creen, se piensan increíblemente en un sueño real, tan confuso… en el limite inespecífico entre cada sueños y realidades. Cada dedo, vena, uña, piel, cada fibra que toca el piano, parece que se acercara a mi alma, de manera que esta persona me transmite a través de su piel a mi propia piel, entrando por mi oído, subiendo a mi cerebro, entrando por mis dendritas, bajando por mi columna vertebral, ramificándose por mis costillas y todos los huesos, y de la medula vuelve al cerebro, mezclándose con la sangre, llegando al corazón, latiendo con cada latido, y así se vuelve, tranquila a mi órganos, asta mis pies, entonces ya sabe a dulzura, a amargura, acido, salado o agridulce, para poder salir por los poros de la piel y ya se siente suave, o áspera... una sola nota, es solo un mi, un do, o un re mayor, una forma de ver mas allá de una 3º dimensión, mucho más...


Buen tema...


se puede oír, después de un día atestado de gente, cuando se vuelve a casa sola/o, tal vez cuando caiga la tarde con lluvia o con poco sol, o en una noche totalmente despejada, con grandes estrellas, sin algún pensamiento especifico, fumando el último cigarro sentado/a en la entrada de alguna puerta que de hacia afuera, preferentemente al patio, o puede ser una salida al balcón o una ventana con una vista enorme hacia la ciudad... personalmente, me gusta sentarme en la puerta de la cocina con salida al patio, en una noche con estrellas, muchos puntos blancos en una masa amplia, que parece, que con un salto la gravedad perderá su fuerza y el cielo te tragara en un abismo grandioso... si, con el ultimo cigarro, el ultimo vicioso y contaminador cigarro, perteneciente a una cajetilla que yace vacía en alguna parte de la casa...la música lo llena todo...espacio, aire, cigarro, estrellas...


“No somos polvo, somos magia... “(R. B.)


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